BRIONES – CASTILLO DE DAVALILLO – SAN ASENSIO

Briones

Andar por Briones es andar por el recuerdo. El recuerdo que despierta en nosotros la imaginación; de un pasado con carácter, un pasado noble. Un pasado marcado por el Ebro y la frontera que este dibuja.

Como en otros tantos pueblos de la región en Briones descansan muchos restos de un pasado fortificado, la torre del castillo y las huellas de muchos apellidos ilustres en las portadas.

Nuestro primer destino, el Castillo de Davalillo se ve fácilmente desde Briones. Vecino y casi siempre amigo en la historia, nos llama la atención por su soledad en la cima.

Dinastía Vivanco.


Muy cerquita de las piscinas cogemos un sendero marcado que nos va a llevar por uno de los laterales de las bodegas y el museo Dinastía Vivanco.

Este museo es una verdadera joya. Para los amantes del vino y los amantes del arte. Recorrer sus instalaciones es recorrer la historia del vino. Como en un caudal de río recorreremos la historia del vino y su proceso de elaboración; desde el principio hasta el final.

Soportes gráficos y multimedia se suman a multitud de ecos del pasado en forma de antiguas herramientas de trabajo. Herramientas que nuestros antepasados usaban para trabajar el viñedo y elaborar sus mejores caldos.

Bajo tierra y siguiendo la secuencia aprenderemos los procesos de elaboración del corcho, las botellas y las barricas antes de acceder a una gran sala donde admirar antiguas prensas, medios de envasado y transporte. No podían faltar los juegos de aromas y otros paneles que terminarán de emparentarnos con la cultura del vino.

El olor a vino en la sala de las barricas embriagará nuestros sentidos. Una luz tenue y una temperatura adecuada para admirar un bello paisaje de barricas y cemento.

Por si faltara poco pasearemos por un museo de arte dedicado exclusivamente al vino (destacan los Picaso, Sorolla y otras obras de gran envergadura) y visualizaremos una gran cantidad de sacacorchos en lo que es la segunda mayor colección del mundo –de este accesorio del vino- expuesta al público.

¿Y qué tal está el vino? Para poder juzgarlo a la salida de nuestra visita tendremos la opción de degustarlo; y si nos quedamos con sed podremos coger provisiones en su magnífica tienda.

Davalillo


El camino hacia el castillo es ameno. Discurre casi en su totalidad entre viñedos y a la vera del río Ebro. Correctamente señalizado, deberemos guardar las fuerzas para la subida final a esta antigua fortaleza. El mejor lugar para ello es la ermita situada a sus faldas, la ermita de Ntra. Sñra. de Davalillo.

La ermita debía ser la parroquia de una pequeña población allí asentada (Davalillo) y cuya existencia se conoce desde el S.X. La ermita es del S XIV con añadidos barrocos del S. XVIII.

Junto a la ermita podemos observar una necrópolis medieval.

El castillo


Llegamos a las puertas del castillo tras subir la atalaya. Se trata de un lugar casi inexpugnable que nos ofrece unas preciosas panorámicas sobre la Sonsierra. Merece la pena recorrer todo la construcción para disfrutarlas.

Es fácil imaginar a los caballeros luchando. Los cerros sobre los que se encuentran San Vicente y Briones (además del que nos encontramos) forman un triángulo mágico, escenario de películas reales. A veces pienso que no somos conscientes de la verdadera importancia de estas ubicaciones para la historia de nuestro país.

Tiene planta poligonal de siete lados y numerosas torrecillas en su contorno. Lo que más nos sorprende del exterior es su entrada, de una gran altura y flanqueada por dos puestos de guardia.

Del S. XII ó XIII y de estilo románico servía como defensa ante los ataques navarros. Se cree que fue Alfonso VIII quien impulsó su construcción. Apenas quedan castillos de esta época por lo que valdría la pena realizar un esfuerzo institucional para su mejor conservación.

Se trataba de un castillo de propiedad real cuya tenencia estuvo ligada principalmente a los Manrique, duques de Nájera.

En el interior se observan numerosas rozas que presuponen la existencia de distintos compartimentos e incluso una segunda planta. En pie queda la Torre del Homenaje, adosada a la muralla. La torre constaba de 4 pisos, el primero de ellos utilizado como capilla; capilla románica. Al resto de las plantas se accede desde la segunda planta.

Davalillo era más importante que San Asensio. No en vano era considerada una de los principales pueblos de la región. Sin embargo, al hacerse los Velasco con la propiedad de San Asensio y Davalillo en el S. SV (que no del castillo) surgieron diversas disputas entre los Velasco y los Manrique. Fruto de las mismas la población de Davalillo acabó trasladándose paulatinamente a San Asensio consumando la desaparición de Davalillo.

Hoy en día el enclave pertenece a San Asensio, quien celebra dos romerías anuales a este lugar para celebrar el traslado de la gente desde Davalillo hasta San Asensio.

Por el río Ebro


Una vez disfrutado el castillo bajamos a la ermita. Al llegar al camino giramos hacia la izquierda. Al poco tiempo nos encontraremos con la Casa de Don Javier, que es una edificación en ruina.

Más adelante –siguiendo el camino principal- llegaremos al río Ebro, donde podremos parar a contemplar el paisaje y las aves. Siempre que el camino sigue paralelo al río Ebro nos muestra buenas panorámicas.

Poco a poco nos iremos alejando del río hasta salir a la N-232 muy cerca de San Asensio, final de nuestra ruta.

San Asensio

En San Asensio acudiremos a uno de los bares de la localidad a degustar uno de sus claretes. No en vano, es considerada la “Cuna del Clarete”. Un buen final de fiesta para una ruta medieval.

Más información:

1 comentario:

  1. Muy buen articulo.
    Si quereis saber mas sobre el Castillo de Davalillo podeis entrar en WWW.SANASENSIO.ES.TL
    en la seccion de "CONOCENOS" estan todos los datos del mismo.

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