LAGUARDIA – CRUZ DEL CASTILLO

No suelo comentar de dónde sale la idea de realizar la ruta, pero dejadme que en esta ocasión os ponga en antecedentes.

24 de diciembre, ha llovido mucho ya; me dispongo a cenar con mi familia cuando Isma, un gran amigo mío, me llama para concertar la ruta que vamos a realizar el día siguiente.

- ¿Has subido a los 5 dedos?
- No, ¿Dónde está?
- En Laguardia.
- …

No había oído hablar de estos picos en mi vida. Y vivo muy cerquita. Se trata de la Cruz del Castillo, conocida en Yékora, pueblo natal de mi amigo, como los 5 dedos por la silueta que se percibe desde allí. Curioso.

Poblado de la Hoya

25 de diciembre. Navidad. En la mañana más fría de lo que va de invierno, muy temprano, quedamos en la bella villa medieval de Laguardia. Desde allí, en coche, salimos hacia el Poblado de la Hoya.

Describir la importancia que tiene la zona de Laguardia para comprender nuestra historia nos llevaría un libro, o dos. Cercano a la villa encontramos dólmenes, cuevas rupestres y otros restos que convierten este enclave en uno de los más interesantes para arqueólogos e historiadores. El Poblado de la Hoya es uno de ellos.

Descubierto en los años 30 sorprende que su ubicación no fuera un lugar en altura, lo que facilitaría su defensa, sino en un cruce de caminos. Su origen se remonta a la mitad de la Edad de Bronce, hacia el 1200 a.C. Dentro de la muralla, sus casas –de adobe y piedra- servirían de cobijo para unos pobladores eminentemente agricultores y ganaderos.

Estudiando los restos encontramos la evolución hacia la Edad de Hierro. Ésta conlleva un cambio en los métodos de construcción y costumbres lo que da lugar en el final de la Edad de Hierro a un poblado próspero con lugares de culto, distintas necrópolis y comercio. Sorprende conocer cómo ya por entonces se incineraba a ciertas personas (sobre todo a los guerreros).

El conocimiento de estos detalles y de la vida del pueblo Berón en este lugar es posible gracias a que este poblado fue abandonado en el siglo III a.C. Se sabe que el poblado sufrió un ataque, en día de mercado, lo que provocó un incendio. Las dificultades para la reconstrucción y la inseguridad harían el resto.

Visitando su mueso podremos saber muchas más cosas, incluso admirar una reconstrucción de una de esas casas que poblaban las ruinas.

Bodegas Ysios

Seguimos por el camino hacia nuestro lugar de inicio. Hemos pasado por un montón de bodegas, muchas de las cuales llaman su atención por su gran tamaño y diseño. Sobre todas ellas destaca el perfil de las Bodegas Ysios.

Diseñadas por el famoso arquitecto Santiago Calatrava “a través de la sublimación de las líneas de una hilera de barricas” y a las faldas de la Sierra de Cantabria, la bodega forma parte del paisaje de Laguardia.

Personalmente, lo mejor de esta bodega lo vamos a encontrar ahí, en el exterior. Pero para cualquier amante del enoturismo la bodega ofrece mucho más: dos clubs de vino al que pertenecer y del que recibir información y ofertas exclusivas; posibilidad de personalizar sus botellas; un restaurante donde poder degustar un buen menú; unas instalaciones vanguardistas donde poder celebrar cualquier tipo de evento (destacando su zona central con vistas a la villa); y como no, un vino de alta calidad, reserva, con ediciones limitadas e iniciativas singulares (alguna de ellas con la firma de personajes importantes a nivel nacional).

Ascensión


Dejamos de lado la bodega y seguimos hasta llegar a un parking “de cazadores” donde dejamos el coche. Antes hemos pasado una antigua ganadería, hoy abandonada y de la que podemos observar sus instalaciones; y una antigua balsa, hoy sin agua.

Comenzamos la ascensión a -los “5 dedos”- La Cruz del Castillo (1.432m.). Debemos inclinar la cabeza hacia arriba para observar, nuestro destino. No observamos la cruz, que sí es visible desde Lagrán, al otro lado del monte.

Lo hacemos desde la cara sur, que siempre es un poco más descafeinada que la cara norte. Comenzamos el camino entre ginebros y encinas. Vamos cogiendo altura y el camino se va poblando de vegetación a la vez que se va estrechando. Las vistas, paso a paso, son más espectaculares.

En una hora llegamos al puerto del Toro. Divisamos la cara norte, poblada de hayas, que asciende por las “carboneras”, toda una clase didáctica para quien elige esa ruta. Este punto era lugar de paso de la ruta comercial que unía la costa pesquera (Bermeo, principalmente) y la Rioja Alavesa enológica.

Continuamos el camino por un lugar estrecho por donde el viento frío campa a sus anchas. Hay hielo en el suelo. Sólido. Difícil de andar. Un sendero estrecho nos lleva por un bosque. La pendiente crece. Al salir de la vegetación divisamos la cruz. Nos queda un último esfuerzo.

Ha pasado 1h 30min desde comenzamos a andar. La sensación de plenitud nos invade. Las vistas son espectaculares. Dominamos La Rioja, Álava y Navarra; a un lado el San Lorenzo, en otro el monte Gorbea y a lo lejos los pirineos.

Allí, donde ahora manda la cruz de hierro, existió una torre desde la que se vigilaba que nadie fuera asaltado en los caminos. Muy cerca está Larrasa, segunda cota de la provincia de Álava (1453) que se creía inferior a Palomares hasta hace poquito; está a tan sólo 10 min. pero con hielo no es recomendable subir ya que incluso deberemos tener ciertas dotes de escalada para sortear la pendiente.

Con Laguardia de fondo (muy al fondo) y sus lagunas reflejando el sol, hemos encontrado una roca que nos protege del viento para poder almorzar. Una anécdota: no pudimos abrir el vinito que llevábamos para brindar por la Navidad al haber olvidado el sacacorchos. Craso error.

Descendemos por donde subimos. Liviano aunque resbaladizo.

Más info:
info@paseosdivinos.com ; www.paseosdivinos.com

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